Hace cuatro años se inició una de las grandes investigaciones de la Historia de la Antropología a cargo del profesor Gómez Abadejo de la Universidad Politécnica de Madrid. Al igual que para Newton fue necesaria una manzana; al profesor de la Complutense le bastó con abrir la alacena de su casa. Allí vio que, pese a predominaban los vasos Duralex, éstos estaban entremezclados con vasos de diversas marcas (Coca-cola, Cruzcampo, Danone, Nocilla, Aceitunas Jacinto, ...) y formatos (tazas, tazones, jarritas, el típico del chato de vino e, ¡incluso! alguno de cubalibre).
Ciertamente todo un desorden que, problablemente, su ordenada y cuadrada mente no podía entender. Su obsesión creció hasta el punto de que, cuando visitaba la casa de un familiar o amigo, miraba su alacena.
El resultado fue que en todas la casas los vasos de Duralex (entiéndase por ello "vasos corrientes") se veían acorralados por otras especies distintas en todos los sentidos. También, se dio cuenta de algo muy importante, cuanto más años tenía la familia más dispar era el conjunto de vasos; por contra un matrinomio recién casado tenía todos los vasos iguales, alineados, relucientes.
Podríamos entrar en los grandes razonamientos, matemáticos y antropológicos, que el profesor Gómez Abadejo (llamado por sus amigos "El de los vasos") desarrolló convenientemente, pero, bástenos con hacer un pequeño resumen de la investigación de tan sabio científico.
Una alacena siempre parte de una base básica (¡qué redundancia!), para comprenderlo mejor, podemos comparar los vasos Duralex a aquello que configura nuestra personalidad, partiendo de los genes. Pero, conforme pasa el tiempo, vas adquiriendo ejemplares de forma muy diversa: por comprar tal o cual queso, por coleccionar puntos de Coca-cola, porque tu sobrino los vende para irse de viaje... Un cúmulo de cosas que sólo puede ser comparado con el enriquecimiento que ejercen, sobre el individuo, las amistades, familia y entorno en general. Así, vamos cogiendo un vaso de casa sitio y al final , cuando miramos el conjunto, vemos una alacena repleta, diferente (aunque bien es cierto que algunos vasos se nos han roto o perdido por el camino)